Don Pedro, un veterano y humilde cristiano, que vivía solo, se gozaba únicamente en la bendita compañía de su Salvador y Señor.
Se las arreglaba sólo percibiendo una modesta pensión ferroviaria. ¡Sólo nunca!, decía siempre Don Pedro, “mi Señor está conmigo”. El puso a prueba muchas veces a prueba las promesas de su Señor, y su sencilla fe nunca fue defraudada.
Un día se encontró en dificultades. El pago de la pensión se atrasó, ya no tenía nada de dinero y en casa no había nada para comer.
Como siempre, elevó a Dios su oración: Señor, tú sabes que no tengo nada para comer hoy, y tengo hambre. Dame lo que necesito. Llegó la hora de almorzar, Don Pedro, tendió su rústica mesa, se sentó, inclinó su cabeza y dio gracias a Dios por los alimentos.
No había pronunciado en amén cuando golpearon a su puerta. Era un vecino que traía una fuente llena de pescado cosido. No se ofenda, vecino, ayer fui a pescar y traje tanto a casa que nos ha sobrado, y mi señora me dijo:”Juan, lleva todo esto a don Pedro, puede ser que él lo necesite.”
Don Pedro tomó la fuente y elevando sus ojos al cielo dijo:”GRACIAS, SEÑOR” El vecino se fue pensando:”Qué atento está hoy don Pedro, siempre me llama Juan a secas, hoy me trató de Señor.
Lucas 12:29 -30 Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.
#elbaúldelasanécdotas
#mujeresalospiesdeJesús
No hay comentarios:
Publicar un comentario