sábado, 5 de diciembre de 2020

Como el aire que respiras

Un discípulo preguntó a su sabio maestro:

—Maestro, quiero encontrar a Dios.

El maestro no respondió. Como hacía mucho calor, le dijo que lo acompañara a darse un baño en el río. Cuando ambos estaban ya dentro del agua, el maestro agarró con fuerza al discípulo y le mantuvo la cabeza debajo del agua.

Al faltarle el aire, el joven se debatió con desespero por unos instantes hasta que finalmente el maestro lo dejó volver a la superficie. Después le preguntó qué era lo que más había deseado mientras estaba debajo del agua.

—Aire —respondió el discípulo.

—¿Y deseas a Dios con el mismo desespero con el que deseabas aire cuando estabas bajo el agua? —le preguntó el maestro.

— Si lo deseas así, lo encontrarás. Pero si no sientes una necesidad apremiante de él, de nada te servirán los razonamientos y los libros. No encontrarás a Dios, a menos que lo desees con tanta vehemencia como el aire que respiras.

Autor: Desconocido

No hay comentarios:

Publicar un comentario