sábado, 31 de julio de 2021

Lo que el odio causó


Un pequeño hacendado, bastante aburrido con una zorra que solía invadir su gallinero para robar sus aves, consiguió, después de un cierto tiempo, capturarla. Llevado por el grande odio y deseo de venganza, amarró una cuerda encharcada con aceite en su cola y prendió fuego. 


Saliendo en disparada, la raposa acabo yendo en dirección al campo de trigo del hacendado. Era tiempo de cosecha y toda la plantación fue destruida. Solo le quedo al hombre el lamento por la perdida que su acto causo.


Cuando actuamos movidos por el odio y sin el dominio que es característico de aquellos que caminan con Dios, estamos sujetos a experimentar, en corto tiempo, las consecuencias de nuestros actos. Generalmente somos alcanzados de aquellos que son el objetivo de nuestra venganza.


Mientras el amor practicado producen regocijo y paz para nuestra alma, el odio nos envuelve con malhumor, inquietud y aislamiento. Aquellos que guardan sentimientos mezquinos en el corazón no consiguen hacer amistades y no saben lo que es ser feliz.


El cristiano jamás debe intentar vengarse de quien le perjudica, por mayor que sea el daño causado en contra de él. El perdón es la mejor solución y el camino que Cristo nos ha enseñado.


Que sepamos colocar todos los malos pensamientos y deseos de venganza delante del altar del Señor, pidiendo a Él que los quite de nuestras mentes y no permita que regresen a nuestros corazones.


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sábado, 24 de julio de 2021

¿Cuanto cuesta un milagro?


Tess era una niña precoz de 8 años. Un día escuchó a su madre y a su Padre hablar acerca de su hermanito Andrew. Ella sólo sabía que su hermano estaba muy enfermo y que su familia no tenía dinero.


Planeaban mudarse para un complejo de apartamentos el siguiente mes porque su padre no tenía el dinero para las facturas médicas y la hipoteca.


Solo una operación costosísima podría salvar a Andrew. Escuchó que su padre estaba gestionando un préstamo pero no lo conseguía.


Escuchó a su padre murmurarle a su madre, quien tenía los ojos llenos de lágrimas, “Sólo un milagro puede salvarlo.”


Tess fue a su cuarto y sacó un frasco de jalea lleno de monedas que mantenía escondido en el closet. Vació todo su contenido en el suelo y lo contó cuidadosamente. Lo contó una segunda vez, ¡una tercera! . La cantidad tenía que ser perfecta. No había margen para errores. Luego colocó todas las monedas en el frasco nuevamente, lo tapó y se escabulló por la puerta trasera y caminó 6 cuadras hasta la farmacia del pueblo. 


Esperó pacientemente su turno. El farmacéutico parecía muy ocupado con un cliente y no le prestaba atención. Tess movió su pie haciendo un ruido. Nada. Se aclaró la garganta con el peor sonido que pudo producir. Nada. Finalmente, sacó una moneda del frasco y golpeó el mostrador.


“¿Qué deseas?- le preguntó el farmacéutico en un tono bastante desagradable.


Y le dijo sin esperar respuesta: “¿No ves que estoy hablando con mi hermano que acaba de llegar de Chicago y no lo he visto en años?”.

“Bueno, yo también quiero hablarle acerca de mi hermanito,” le contestó Tess en el mismo tono que usara el farmacéutico. “Está muy enfermo y quiero comprar un milagro.”


“¿Qué dices?” dijo el farmacéutico

“Su nombre es Andrew y tiene algo creciéndole dentro de la cabeza y mi padre dice que sólo un milagro lo puede salvar. Así que, ¿cuánto cuesta un milagro?


“Aquí no vendemos milagros, pequeña. Lo siento pero no te puedo ayudar” le contestó el farmacéutico ahora en un tono más dulce.


“Mire, yo tengo el dinero para pagarlo. Si no es suficiente, conseguiré el resto. Solo dígame cuanto cuesta. El hermano del farmacéutico era un hombre elegante. Se inclinó y le preguntó a la niña:

“¿Qué clase de milagro necesita tu hermanito?”


“No lo sé.” Contestó Tess con los ojos a punto de explotar. “Solo sé que está bien enfermo y mi mami dice que necesita una operación. Pero mi papá no puede pagarla, así que yo quiero usar mi dinero.”

“¿Cuánto dinero tienes?- le preguntó el hombre de Chicago.

“Un dólar con once centavos”- contestó Tess en una voz que casi no se entendió. 


“Es todo el dinero que tengo pero puedo conseguir más si lo necesita.”

“Pues que coincidencia.” Dijo el hombre sonriendo. “Un dólar con once centavos, es justo el precio de un milagro para hermanos menores.” Tomó el dinero en una mano y con la otra cogió a la niña del brazo y le dijo: “Llévame a tu casa. Quiero ver a tu hermano y conocer a tus padres. Veamos si yo tengo el milagro que tu necesitas.”


Ese hombre de buena apariencia era el Dr. Carlton Armstrong, un cirujano especialista en neurocirugía. La operación se efectuó sin cargos y en poco tiempo Andrew estaba de regreso a casa y de buena salud. 


Los padres de Tess hablaban felices de las circunstancias que llevaron a este doctor hasta su puerta. “Esa cirugía,” dijo su madre. “fue un verdadero milagro. Me pregunto cuanto habría costado.


Tess sonrió. Ella sabía exactamente cuanto costaba un milagro: un dólar con once centavos más la Fe de una pequeña.


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sábado, 17 de julio de 2021

El Gusanito


Un indígena centroamericano había hallado la paz en Dios. Había cambiado radicalmente, de una vida de depravación, borracheras e infidelidad, a uan vida de verdadera satisfacción y paz.

No le importaba donde estuviera ni quien estuviera viéndolo o escuchándolo. A todos les daba el testimonio de su conversión. 


Un día un amigo suyo le preguntó:

– Churunel, ¿por qué hablas tanto de Cristo?

Churunel no respondió de inmediato, sino que comenzó a recoger palitos y hojas secas que fue colocando uno sobre otro en un círculo. Entonces buscó hasta hallar un gusanito, y lo puso en el centro del círculo. Todavía sin decir nada, encendió un fósforo y lo acercó a las hojas y a los palitos secos.


El fuego dio la vuelta al combustible seco, y el gusanito atrapado comenzó a buscar locamente como salir, pero no podía. Por fin el fuego avanzó hacia el centro, y el calor se fue acercando al gusano. Éste, desesperado, levantó en alto la cabeza como para respirar. El gusanito sabía que su único refugio tendría que venir de arriba.


Al verlo así, Churunel se inclinó y le extendió sus dedos. El gusano se asió de ellos y el indígena sacó al gusano de en medio del fuego. Fue hasta entonces que emitió su primera palabra:


“Esto-explicó Churunel- es lo que Cristo hizo por mí. Yo estaba atrapado en los vicios del pecado, y no había esperanza de salida. Había tratado por todos los medios posibles, de salvarme a mí mismo, pero me era imposible.


Entonces el Señor se inclinó hacia mi y me extendió su mano. Lo único que tuve que hacer fue asirme de Él. Cristo me sacó de esa prisión; por eso no puedo dejar de contarles a todos lo que Él hizo por mí”.


Querido amigo, todos de una u otra forma estamos atrapado y el tiempo se acaba. Mire hacia arriba, ponga su fe en Jesús y viva una vida nueva en la mano del Señor.


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sábado, 10 de julio de 2021

El funeral de la Iglesia


Cuatro amigos se juntaron a congregar en una Iglesia, estos tenían nombres muy peculiares, uno se llamaba “Cualquiera”, el otro se llamaba “Alguien”, el nombre del tercero era “Todo el mundo” y el nombre del cuarto era “Nadie”.


De todos “Nadie” era el más decente y el más dispuesto, “Nadie” visitó, “Nadie” trabajó en el templo, “Nadie” ayudó a los enfermos, “Nadie” colaboraba siempre.

Un día hacía falta un maestro para la Escuela Dominical en la Iglesia, “Todo el mundo” pensó que “Cualquiera” lo haría, “Cualquiera” pensó que lo haría “Alguien” , ¿Quien fue que lo hizo? “Nadie”.


Otro día había un alma necesitada, “Todo el mundo” pensó que “Cualquiera” le hablaría de Cristo, “Alguien” pensó que la Iglesia haría el esfuerzo, “Todo el mundo” pensó que de última el pastor lo haría, ¿Sabes quien lo ganó para Cristo? “Nadie”.


Cuando entran en una Iglesia estos cuatro amigos, la Iglesia comienza a morir.

Cuenta una historia, que le ofrecieron a un joven pastor, hacerse cargo de una Iglesia donde congregaban estos cuatro amigos, la Iglesia estaba fracasada, el pastor oro a Dios, pidiéndole sabiduría, no sabía como iba a hacer.


Una mañana se le ocurrió una idea y se dirigió a las oficinas del diario del pueblo, publicó en el diario local una convocatoria, en la sección obituario, un aviso fúnebre que decía así:

“El próximo domingo, en las instalaciones del templo evangélico de nuestra ciudad, realizaremos el servicio fúnebre, para despedir los restos mortales de nuestra querida y tradicional Iglesia, quien lamentablemente ha fallecido hace un tiempo; Invitamos a todos los amigos y familiares a brindarle la última despedida.”


Por supuesto esto despertó el interés y la curiosidad de todos, en la ciudad no se hablaba de otra cosa, los miembros esperaban con ansias que llegara el domingo.


Cuando ese día se abrieron las puertas del templo, una multitud aguardaba afuera, uno a uno fueron entrando y ocupando en silencio un lugar en las bancas, en el frente, detrás del púlpito el joven pastor esperaba, frente a la plataforma un ataúd lustroso, descansaba sobre sus pedestales, rodeado de algunas coronas y flores.


El pastor comenzó un servicio, después de saludar a los presentes, habló sobre las bondades de la querida Iglesia evangélica local, sus comienzos, sus logros y sus momentos de gloria, luego dijo: Lamentablemente hoy nos hemos reunidos para despedirla, y quiero invitarles que de uno en uno, vayan pasando a darle el último adiós, antes de sepultarla.


Así comenzaron vacilantes a acercarse al féretro, en el fondo del ataúd prolijamente, se había colocado un gran espejo, cada uno que miraba dentro, se miraba a si mismo, muchas lágrimas comenzaron a correr por aquellos rostros., fue un momento de profunda reflexión.


No permitas que “Alguien” “Cualquiera” “ Todo el mundo” y “Nadie” tomen el control, échalos fuera…. Dios busca gente dispuesta para él y para trabajar en su obra.


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sábado, 3 de julio de 2021

Aviva la Llama


Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.


Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.


Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: “Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?


El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”


Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?” La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”

El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”


Muchas veces deseamos vivir como mejores cristianos y tener vida espiritual, pero sin decidirnos apartar la mirada de las cosas que nos rodean y deslumbran con su aparente belleza.


Procuremos “ver hacia adentro” y avivar nuestra llama espiritual, pues: – Al tener nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor, podemos aprender a conocerle y amarle. – Las trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino. – Crecerá nuestro amor por la familia y nuestros semejantes, que son imagen de Dios.

Viviremos alegres en esta vida, preparándonos para alcanzar la felicidad eterna al lado de nuestro Padre.


Proverbios 11:28 “El que confía en sus riquezas, caerá: Mas los justos reverdecerán como ramos


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