sábado, 8 de junio de 2024

El engaño del ladrón inglés


En 1818 el ladrón inglés apodado Capitán Rayo escapó de la justicia inglesa y se fue a huir a Estados Unidos. Allí inició su vida encubierta practicando la medicina, tomando el nombre de Doctor John Wilson. Para que no lo reconocieran las autoridades, llevaba puestos tres trajes encima, lo cual le ayudaba a cubrir una pierna deforme que tenía y lo hacía verse más grande.


Al estar al borde de la muerte, el hombre les pidió a sus amigos que lo enterraran sin quitarle la ropa. Pero esa petición no podía cumplirse puesto que el cuerpo debía prepararse para ser sepultado apropiadamente. Cuando falleció y su cuerpo fue llevado para ser preparado, el empleado de la funeraria quedó sorprendido al encontrar, en el cuerpo sin vida del llamado Dr. John Wilson, cicatrices de heridas y una pierna atrofiada, las cuales eran características con las que se buscaba al ladrón inglés. Una revisión en la casa del fallecido Dr. Wilson reveló las sospechas, al encontrar en un escondite relojes, joyas y diamantes. El comisario supo que el doctor era, en realidad, el Capitán Rayo, un ladrón disfrazado. ¡Habían sido engañados!


Sabroso es al hombre el pan de mentira; Pero después su boca será llena de cascajo.” Proverbios‬ ‭20‬:‭17‬ ‭


Hay mentiras que pueden permanecer ocultas durante años y al pasar el tiempo se llega a creer que es verdad. Pero debemos estar conscientes que tarde o temprano siempre la verdad saldrá a luz.


Mentir produce en la mente del ser humano un remordimiento. Ese remordimiento puede desencadenar en cambios emocionales bruscos o en la depresión. Es muy probable que hayamos ocultado o estemos ocultando verdades durante años. Quizás lo hemos hecho para no dañar a un ser querido o porque estamos sabedores que la verdad destruirá nuestro hogar o aquellas personas que tanto amamos. Pero entre más tiempo se sostenga la mentira, más dura serán las consecuencias al descubrirse la verdad.


Tal vez ninguno de nosotros está exento de haber practicado la mentira. Pero cuando hemos dicho la verdad, hemos experimentado un gran alivio emocional, es como un respiro para nuestra alma, como una carga que ha sido quitada de encima.

El propósito de Dios no es acusar y discriminar al que miente, sino que podamos reconstruir lo que fue destruido con la mentira, al decir la verdad y buscar el perdón. Eso nos ayudará a vivir con nuestra conciencia tranquila y tener una vida sana emocionalmente.


Fuente:Huellas Divinas

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sábado, 11 de mayo de 2024

El prisionero inocente


Había una vez un hombre que había sido injustamente acusado y encarcelado por un crimen que no había cometido. Pasaron muchos años antes de que se descubriera la verdad y fuera liberado. A pesar de haber perdido tanto tiempo de su vida, decidió perdonar a aquellos que lo habían acusado falsamente, demostrando así el poder transformador del perdón incluso en las circunstancias más difíciles.


No sólo cuando perdonamos recibimos una transformación y sanidad, sino que así mismo recibiremos el perdón de Dios sobre nuestras ofensas.


Mateo 6:14 -15 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.


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sábado, 13 de enero de 2024

El ladrillo

Un joven y exitoso ejecutivo paseaba a toda velocidad en su auto Jaguar último modelo, con precaución de no toparse con un chico cruzando la calle sin mirar, y al bajar la velocidad; sintió un estruendoso golpe en la puerta, y al bajarse vio que un ladrillo le había estropeado la pintura, carrocería y vidrio de la puerta de su lujoso auto


Trancó los frenos, dio un brusco giro de 180 grados; y regresó a toda velocidad a donde vio salir el ladrillo que acababa de desgraciar lo hermoso que lucía su exótico auto.

Salió del auto de un brinco y agarró por los brazos a un chiquillo, y empujándolo hacia un auto estacionado; le gritó a toda voz: ¿Qué rayos fue eso?

¿Quién eres tu? ¿Qué crees que haces con mi auto? Y enfurecido casi botando humo, continuó gritándole al chiquillo: ¡Es un auto nuevo, y ese ladrillo que lanzaste va a costarte caro! ¿Por qué hiciste eso?

"Por favor, Señor, por favor ¡lo siento mucho! no sé que hacer", suplicó el chiquillo. Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía lágrimas bajaban por sus mejillas hasta el suelo, mientras señalaba hacia alrededor del auto estacionado.

"Es mi hermano", le dijo. Se descarriló su sillón de ruedas y se cayó al suelo y no puedo levantarlo. Sollozando, el chiquillo le preguntó al ejecutivo: "¿Puede usted, por favor; ayudarme a sentarlo en su silla? Está golpeado, y pesa mucho para mí solito". Soy pequeño.

Visiblemente impactado por las palabras del chiquillo, el ejecutivo tragó grueso el taco que se le formó en su garganta.


Indescriptiblemente emocionado por lo que acababa de pasarle, levantó al joven del suelo y lo sentó en su silla nuevamente sacando su pañuelo de seda para limpiar un poco las cortaduras y el sucio de sobre las heridas del hermano de aquel chiquillo especial. Luego de verificar que se encontraba bien, miró; y el chiquillo le dio las gracias con una sonrisa que no tiene posibilidad de describir nadie... "DIOS lo bendiga, señor... y muchas gracias" le dijo.

El hombre vio como se alejaba el chiquillo empujando trabajosamente la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita.

El ejecutivo no ha reparado aún la puerta del auto, manteniendo la hendidura que le hizo el ladrillazo; para recordarle el no ir por la vida tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención.
DIOS nos susurra en el alma y en el corazón. Hay veces que tiene que lanzarnos un ladrillo a ver si le prestamos atención.

Escoge: escucha el susurro... o el ladrillazo.


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